viernes, 24 de octubre de 2014

IMPORTANCIA DE UNA ADECUADA HIDRATACIÓN PARA LA SALUD

El agua es esencial para la vida y mantener la hidratación es importante para la salud física y mental. El cuerpo humano está constituido en gran medida por agua, cuyo contenido disminuye con la edad, desde un 75% en los bebés hasta un 60% en las personas adultas.

Para mantener un buen estado de hidratación debemos equilibrar las pérdidas de agua con la que aportan los alimentos y las bebidas. En condiciones normales, perdemos unos 2,5 litros de agua cada día a través del sudor, la respiración, las heces y la orina. Estas pérdidas aumentan en condiciones de calor, alta humedad, con la práctica de actividad física o trabajos intensos y en caso de enfermedad que curse con vómitos, diarrea o fiebre.

El organismo puede llegar a producir unos 250 mL de agua, lo que, junto a lo aportado por los alimentos, podría llegar a casi 1 litro, y debería aportarse el 1,5 restante a partir de bebidas, de las cuales el agua tendría que ser la de elección diaria preferente.

El agua contribuye a mantener las funciones físicas y cognitivas normales, así como a la regulación normal de la temperatura corporal, beneficios que se obtienen con una ingesta de al menos 2 litros de agua al día procedente de cualquier fuente.

La sed es el deseo de beber y responde a un mecanismo fisiológico que puede activarse con pérdidas de tan solo el 2% del peso corporal. La sed y una alimentación saludable son suficientes para mantener un buen estado de hidratación, excepto en niños y mayores, en los que la sensación de sed no está bien regulada.


En determinadas circunstancias como por ejemplo durante la práctica de ejercicio físico, o dietas poco equilibradas con escasez de agua, de frutas y verduras, o por exposición a temperaturas elevadas, se incrementa en riesgo de deshidratación, especialmente en grupos específicos de población, como los niños, las mujeres embarazadas y las personas mayores que tienen las necesidades aumentadas por su situación fisiológica o porque su mecanismo de la sed no se regula bien.

La deshidratación a partir de un 2% del peso corporal puede provocar dolor de cabeza, cansancio y disminución del rendimiento intelectual, como falta de concentración y menor memoria a corto plazo. Según avanza el estado de deshidratación, aumenta el esfuerzo cardiovascular y en casos graves puede poner la vida en peligro.


Las aguas de consumo humano son el agua potable y las aguas de bebida envasadas. De ellas, las segundas, a su vez, pueden ser aguas minerales naturales, aguas de manantial y aguas preparadas.

El agua mineral natural tiene una composición en minerales distinta que adquiere de la naturaleza, la diferencia del resto y que se mantiene constante en el tiempo. Este tipo de agua es pura desde el manantial y no necesita cloro ni ningún tratamiento de desinfección, ni químico ni microbiológico, para su consumo.

El agua mineral es una bebida idónea para satisfacer nuestras necesidades diarias de agua que puede complementarse con el agua potable de red.


Ideas para alcanzar un buen estado de hidratación:

  • Seguir una alimentación saludable rica en productos de origen vegetal como frutas y hortalizas, legumbres, derivados integrales de los cereales...
  • Acompañar las comidas con agua y beber entre 4 y 5 vasos de agua entre horas.
  • Tener siempre agua a mano: en el trabajo, en casa, el colegio y en los momentos de ocio.
  • En el ejercicio, beber agua antes, durante y después.
  • En el embarazo y lactancia asegurar 2,5 y 3 litros de agua al día.
  • Ofrecer agua con regularidad a niños pequeños y personas mayores.
  • En niños y jóvenes, facilitar el acceso al agua y evitar su sustitución sistemática por otras bebidas como zumos o refrescos.
  • El agua mineral es una opción idónea para el agua de bebida diaria.

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