miércoles, 29 de octubre de 2014

29 DE OCTUBRE: DÍA MUNDIAL DEL ICTUS

Hoy, 29 de octubre, además del Día Mundial de la Psoriasis, también se celebra el Día Mundial del Ictus, por este motivo, vamos a dedicarle el tiempo que se merece a esta patología, dando unas pinceladas sobre el tema.




DEFINICIÓN


El ictus es un trastorno brusco de la circulación cerebral, que altera la función de una determinada región del cerebro. Su presencia es brusca y suelen afectar a personas mayores, aunque también pueden producirse en jóvenes  y  suele ser la consecuencia final de la confluencia de una serie de circunstancias personales, ambientales, sociales... que denominamos factores de riesgo.

El ictus, puede producirse tanto por una disminución importante del flujo sanguíneo en una parte de nuestro cerebro o por la hemorragia originada por la rotura de un vaso cerebral. 


CLASIFICACIÓN

Podemos hablar de ictus isquémicos y de ictus hemorrágicos, tal y como mostramos a continuación:


  • Ictus isquémicos: son los más frecuentes (hasta el 85% del total) y su consecuencia final es el infarto cerebral, situación irreversible que lleva a la muerte a las células cerebrales afectadas por la falta de aporte de oxígeno y nutrientes transportados por la sangre. 
  • Ictus hemorrágicos: son menos frecuentes, pero su mortalidad es considerablemente mayor. Como contrapartida, los supervivientes de un ictus hemorrágico suelen presentar, a medio plazo, secuelas menos graves.
En relación a estas consideraciones, se distinguen varios tipos principales de ictus:
  • Ictus trombótico, aterotrombótico o trombosis cerebral: es un ictus isquémico causado por un coágulo de sangre (trombo), formado en la pared de una arteria importante, que bloquea el paso de la sangre a una parte del cerebro.
  • Ictus embólico o embolia cerebral: se trata de un ictus isquémico que también está originado por un coágulo de sangre que se ha formado lejos del lugar de la obstrucción, normalmente en el corazón.
  • Ictus hemodinámico: dentro de los ictus isquémicos es el más infrecuente. El déficit de aporte sanguíneo se debe a un descenso en la presión sanguínea. Se da cuando se produce una parada cardíaca o una arritmia grave, pero también puede ser debido a una situación de hipotensión arterial grave y mantenida.
  • Hemorragia intracerebral: se da cuando una arteria cerebral profunda se rompe y deja salir su contenido sanguíneo, que se esparce entre el tejido cerebral circundante, lo presiona y lo daña. La gravedad de este tipo de ictus reside no sólo en el daño local sino en el aumento de presión que origina dentro del cráneo, lo que afecta a la totalidad del encéfalo y pone en peligro la vida.
  • Hemorragia subaracnoidea: es una hemorragia localizada entre la superficie del cerebro y la parte interna del cráneo. Su causa más frecuente es la rotura de un aneurisma arterial (porción anormalmente delgada de la pared de una arteria, que adopta forma de globo o saco).
 El ictus es el resultado final de la acumulación de una serie de hábitos de estilo de vida y circunstancias personales poco saludables. Los vasos sanguíneos son el blanco de estas agresiones y, tras un daño continuado, desencadenan el ictus.

FACTORES DE RIESGO
  • Edad: el riesgo de padecer un ictus crece de forma importante a partir de los 60 años.
  • Sexo: en general, hasta edades avanzadas, el ictus se da más entre los hombres que entre las mujeres, aunque la mortalidad es mayor en estas últimas.
  • Historia familiar de ictus: haber sufrido un ictus con anterioridad y pertenecer a determinadas razas.
Se sabe que, podemos actuar sustancialmente sobre los factores de riesgo más importantes y, con ello, reducir de forma significativa el número total de personas que sufrirán un ictus cada año. Hoy por hoy, el mejor tratamiento del que disponemos para las enfermedades cerebrovasculares es una adecuada prevención, que comienza por la modificación de los principales factores de riesgo "tratables". Una buena parte de este éxito se debe al creciente control de su factor de riesgo más importantes:
  • Hipertensión arterial: toda persona mayor de 50 años de edad debería tomarse la tensión arterial al menos una vez al año. El riesgo de sufrir un ictus se incrementa tanto si está elevada la tensión arterial sistólica (máxima) como la diastólica (mínima), o ambas. Cifras superiores a 140/80 deben ser vigiladas por su médico y/o farmacéutico.
  • Enfermedades cardíacas.: sobre todo por su frecuencia, las que tienen su origen en la arteriosclerosis de las arterias coronarias, como la "angina de pecho" y el infarto de miocardio, corren un riesgo claramente mayor de padecer un ictus. Ello se debe a que la mayoría de los ictus isquémicos, los que denominábamos aterotrombóticos, también tienen en la arteriosclerosis su punto de partida. 
  • Tabaco: es la causa prevenible más importante de muerte prematura. Su asociación con la arteriosclerosis, las enfermedades cardíacas y el ictus no ofrece hoy ninguna duda.  
  • Grasas en la sangre, colesterol y triglicéridos: no está establecido con claridad el papel exacto que desempeñan en la probabilidad de sufrir un ictus, pero sí es evidente su relación con otras enfermedades, como la angina de pecho, el infarto de miocardio y la arteriosclerosis, y éstas a su vez tienen una estrecha relación con el ictus, como hemos visto con anterioridad. 
  • Diabetes mellitus: aumenta el riesgo de padecer muchas otras enfermedades cardíacas, y también de sufrir un ictus. Ello se debe a que, al igual que la arteriosclerosis, obstruye los vasos y éstos están en todos los órganos importantes del cuerpo. Hasta el 20% de las personas que han sufrido un ictus son diabéticas.
En ocasiones, el ictus nos concede una segunda oportunidad. El paciente sufre transitoriamente todos los síntomas con los que cursa un ictus establecido, pero, éstos desaparecen como llegaron, sin dejar ninguna secuela.  Esta situación, a la que denominamos ataque isquémico transitorio, es un verdadero "amago" de ictus: hasta un tercio de los pacientes que lo han sufrido presentarán un ictus establecido en el año siguiente si no se toman las medidas adecuadas.

SÍNTOMAS

Los síntomas que denominamos de alarma  nos ayudarán a reconocer los ataques isquémicos transitorios y el ictus en sus fases iniciales.

En función del área del cerebro afectada pueden producirse muchos síntomas diferentes:
  • Confusión repentina, dificultad para hablar o para entender
  • Repentina dificultad para andar, mareo, pérdida de equilibrio o coordinación
  • Problemas repentinos para ver en uno o los dos ojos
  • Dolor de cabeza repentino sin que se conozca la causa 
Cuando el ictus afecta a la región izquierda del cerebro, la parte afectada será la derecha del cuerpo  y se podrán dar alguno o todos los síntomas siguientes:
  • Parálisis del lado derecho del cuerpo
  • Problemas del habla o del lenguaje
  • Estilo de comportamiento cauto, enlentecido
  • Pérdida de memoria 
Si por el contrario, la parte afectada es la región derecha del cerebro, será la parte izquierda del cuerpo la que tendrá problemas:
  • Parálisis del lado izquierdo del cuerpo
  • Problemas en la visión
  • Comportamiento inquisitivo, acelerado
  • Pérdida de memoria 

 Y después de leer todo esto, sólo nos queda decir que:
¡debemos cuidar nuestra salud!

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