lunes, 18 de mayo de 2015

MEDIDA DE LA TEMPERATURA CORPORAL

La fiebre es uno de los motivos de consulta más frecuentes tanto en atención primaria como en la farmacia.

Se define como el aumento de la temperatura corporal por encima de lo normal en respuesta a patologías o agresiones sufridas por el organismo. 



Habitualmente se trata de infecciones víricas o bacterianas de carácter autolimitado que se resuelven en una o dos semanas. En otras ocasiones, son procesos más graves en los que la fiebre persiste más allá de ese tiempo y constituye una señal de alarma asociada a la necesidad de acudir al médico para que pueda realizar un diagnóstico y establecer el tratamiento de la patología que lo origina.

En un adulto se habla de febrícula cuando la temperatura está entre 37ºC y 38ºC, mientras que se reserva el término de fiebre para situaciones en las que se superan los 38ºC.

Un niño presenta fiebre cuando su temperatura está en los siguientes niveles, o por encima de ellos:
  • 38ºC medida en las nalgas (rectal).
  • 37,5ºC medida en la boca y oído (oral y timpánica)
  • 37,2ºC medida bajo el brazo (axila)
Aunque cualquier individuo conoce su propio cuerpo y sabría decir en qué momento tiene fiebre y en cuales no, es necesario medir la temperatura corporal para saber con exactitud de qué valores estamos hablando. Además, la medida resulta imprescindible en niños, en los que si no resultaría difícil conocer su estado de salud. 

Para que la toma de la temperatura corporal sea correcta, desde la farmacia te podemos asesorar sobre los distintos tipos de termómetros existentes en el mercado y la forma de utilizar cada uno de ellos para poder obtener una lectura preciosa.

TERMÓMETROS DIGITALES



Suelen medir la temperatura de manera más rápida y preciosa. Están dotados de una sonda flexible de plástico con un sensor de temperatura en un extremo y un indicador digital de fácil lectura en el otro. 





Son los más recomendados y se pueden usar para mediciones de temperatura oral (en la boca), rectal (en el recto) y axilar (bajo el brazo). Los pasos a seguir en cada caso son los siguientes:

  • Oral: colocar la sonda debajo de la lengua y cerrar la boca. Respirar por la nariz y utilizar los labios para mantener el termómetro bien fijo en su lugar. Dejar el termómetro en la boca de durante tres minutos o hasta que el termómetro pite.
  • Rectal: se usa en bebés y niños pequeños que no son capaces de sostener el termómetro en la boca con seguridad. Lubricar el bulbo de termómetro rectal con vaselina. Colocar el niño boca abajo en una superficie plana o sobre el regazo o boca arriba con las piernas dobladas contra el pecho. Separar sus glúteos e introducir el extremo del bulbo del termómetro un poco más de 1 a 2 cm en el canal anal, teniendo cuidado de no introducirlo demasiado. El forcejeo puede empujar el termómetro más adentro. Retirar el termómetro después de tres minutos o cuando el dispositivo pite.
  • Axilar: colocar el termómetro en la axila con el brazo presionado contra el cuerpo, asegurándose que sólo toca la piel y no la ropa: Esperar 5 minutos antes de leerlo. Ésta es una manera práctica de medir la temperatura de un niño, aunque no es tan precisa como la medida rectal u oral.

TERMÓMETROS ELECTRÓNICOS DE OÍDO




Miden la temperatura timpánica (la temperatura en el interior del conducto auditivo). Aunque son rápidos, precisos y fáciles de utilizar en niños mayores, no resultan tan exactos como los digitales cuando de usan en bebés de menos de tres meses.

TERMÓMETROS DE TIRA PLÁSTICA

 


Son pequeñas tiras que se adhieren sobre la frente del niño. Pueden indicar si se tiene fiebre, pero no son fiables a la hora de medir la temperatura exacta, sobre todo en bebés y niños muy pequeños.

TERMÓMETROS PARA LA FRENTE


También puede indicar si se tiene fiebre, pero no son tan precisos como los digitales que toman la temperatura oral o rectal.

TERMÓMETROS PARA CHUPAR

 

Pueden parecer apropiados, pero son menos fiables que los que permiten una toma de temperatura rectal y no debe utilizarse en bebés menores de 3 meses. Además, es necesario que el niño mantenga el termómetro en la boca durante varios minutos sin moverse, algo casi imposible para la mayoría de los bebés y niños pequeños.

TERMÓMETROS DE MERCURIO


Se usaban con frecuencia, pero la Academia Americana de Pediatría (AAP) aconseja no utilizarlos por miedo a una posible exposición al mercurio, que es una toxina ambiental. Por ese motivo se ordenó retirarlos del mercado y en sustitución se comercializaron los termómetros de galio, que no contaminan y funcionan igual que los antiguos de mercurio.

La elección entre uno y otro es muy personal. Cualquiera de ellos va a realizar una buena lectura de la temperatura corporal siempre y cuando se conozcan bien las instrucciones de uso y de manejo de forma correcta.

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