domingo, 1 de marzo de 2015

CUIDANDO LA ALIMETACIÓN DE NUESTROS MAYORES

¿Cúales son los riesgos más comunes en la dieta de nuestros mayores?

Dos factores responden a esta pregunta y son la deshidratación y el aporte deficitario de fibra y/o proteínas. A estos dos factores le añadimos que su organismo a menudo tiene que vivir en soledad, los cambios metabólicos propios de la edad, las enfermedades y la polimedicación. Todo este cúmulo de factores afectan indiscutiblemente a su manera de relacionarse con la comida.




En España tenemos cerca de 400.000 personas mayores de 90 años, y es una cifra que va en aumento.

Llegar con una buena salud a esta edad depende en parte de nuestro estilo de vida y de los hábitos que hayamos incorporado a nuestra vida.

En relación con la nutrición, las personas mayores constituyen uno de los colectivos más vulnerables.

Los riesgos existentes en la ternera edad los podemos agrupar en cuatro grandes grupos tal y como pasamos a detallar a continuación:

LA DESHIDRATACIÓN

Es uno de los riesgos más frecuentes en la tercera edad, ya que es habitual que los
ancianos tengan menor sensación de sed, y a ésto muchas veces se le une un cierto deterioro de los riñones para concentrar la orina.


Con la edad, el cuerpo pierde la capacidad de detectar la sed y por lo tanto de mantener una adecuada hidratación. Por lo tanto, se debe anticipar a las necesidades de cada cuerpo y no siempre esperar a tener sed para beber algo.

Las necesidad de hidratación de nuestros mayores son similares a las de los adultos, es decir, debe haber una ingesta de aproximadamente 2 litros para las mujeres y 2,5 litros para los hombres.

Por ello, os damos una serie de recomendaciones que debemos tener en cuenta respecto a la hidratación de los ancianos:
  • En los mayores se recomienda beber de manera regular, eligiendo una variedad de bebidas de distintos sabores y colores para mejorar la apetencia. 
  • En ambientes con temperaturas elevadas, se recomienda que la ingesta de líquidos se incremente en 250 mL por cada grado centígrado por encima de los 37 ºC.
  • Conviene aumentar la ingesta de alimentos como sopas, frutas y hortalizas, ya que contienen un 80-90% de agua y son nutrientes esenciales.
  • Se desaconseja el uso de bebidas alcohólicas, ya que tienen efecto deshidratante.
 

APORTE INADECUADO DE FIBRA

El aporte inadecuado de fibra en las dietas de los ancianos es otro de los riesgos que podemos observar en su alimentación diaria. Este factor unido a la escasa actividad física y los cambios fisiológicos que aparecen con la edad en el aparato digestivo, conllevan a la aparición del estreñimiento tán frecuente en las personas de edad.

 

CONTROL DE LAS CALORÍAS

Debemos tener cuidado con las calorías, tanto por exceso como por defecto. Debemos tener en cuenta que nuestras necesidades fisiológicas disminuyen con la edad, y normalmente también la actividad física que hacemos. Debido a ello, debemos tener cuidado con las calorías, para no entrar en sobrepeso, cuyo manejo resulta muy complicado en los ancianos.

Cierto es, que en otras ocasiones el problema es el contrario, ya que la insuficiente ingesta calórica lleva a un riesgo de desnutrición.

El origen de la desnutrición en las personas mayores suele ser multifactorial. Debemos valorar el entorno y soporte de la persona anciana, ya que dependerá de si vive sólo, en pareja, en familia o en alguna institución.


Además, es necesario conocer el grado de autonomía y si tiene o no problemas de movilidad. También son importantes los recursos económicos y la presencia de enfermedades crónicas.

PROTEÍNAS DE ALTO VALOR BIOLÓGICO

No sólo es importante aportar proteínas a nuestra dieta, sino que lo importante es la ingesta de alimentos con proteína de alto valor biológico. Éstas las obtenemos del pescado, de la clara de huevo y de las carnes magras. No por esto debemos olvidarnos de controlar el tamaño de las raciones, para cuidar el aspecto de las calorías, tal y como hemos detallado en el apartado anterior.


Y, ¿qué es la disfagia?

Es otro de los problemas que nos podemos encontrar en las personas mayores. La disfagia se define como la incapacidad o dificultad de tragar o hacer progresar los alimentos líquidos o sólidos desde la boca hasta el estómago, algo que es muy común en las personas mayores.

Es un tipo de alteración que también suele darse en personas con enfermedades neurológicas o neuromusculares, y también en aquellos que tienen trastornos motores u obstructivos, ya que es común en personas con enfermedades como el Parkinson, el Alzheimer, la Esclerosis, el accidente vascular cerebral o la distrofia muscular...

En el caso de disfagia a líquidos, existe riesgo de deshidratación si no se mantiene una ingesta de líquidos adecuada. Además, en caso de aspiración, es decir, cuando el contenido alimenticio pasa a las vías respiratorias, hay un riesgo de neumonía importante, que puede llegar incluso a provocar la muerte del paciente. Existen recomendaciones para modificar la textura y conseguir consistencias más espesas. A día de hoy, existen espesantes comerciales de venta en farmacia que, mezclados con agua u otros líquidos, los transforman en texturas como el néctar o miel o pudding.

En caso de disfagia a sólidos el tratamiento consiste en modificar su consistencia hasta obtener una textura más blanda, para facilitar así su deglución.

Te damos unos consejos para una dieta preventiva para nuestros abuelos:
  1. Vitamina C contra la insuficiencia cardiaca: es importante el consumo, como mínimo, de
    cinco raciones al día de fruta o verduras y además, cabe recordar que los alimentos que aportan más vitamina C son el perejil, el pimiento, las coles de Bruselas, el kiwi, la fresa y la naranja. Además, existen complementos alimenticios a base de Vitamina C, como puede ser el Redoxon en todas sus presentaciones.
  2. Ácidos grasos Omega-3 contra el deterioro cognitivo: los ácidos  grasos Omega-3 se encuentran principalmente en el pescado y son esenciales en la dieta del anciano y fundamentales para el desarrollo del cerebro y su funcionamiento. Diversos ensayos sugieren que una dieta deficiente en Omega-3 puede contribuir al desarrollo de trastornos psiquiátricos, deterioro cognitivo y retraso del desarrollo neurológico. Hoy en día existen en el mercado farmacéutico complementos alimenticios a base de Omega3, como puede ser el Megared, que es una nueva generación de Omega3, ya que en su composición tiene 100% aceite puro de krill Antártico, que son pequeños crustáceos que crecen en las aguas frías de la Antártida.
  3. Dieta mediterránea para un cerebro saludable: es conveniente seguir una dieta saludable baja en azúcares refinados y en grasas saturadas, pero rica en verduras y pescados.
  4. Vegetales para la regulación de la tensión arterial y el colesterol: la dieta mediterránea basada en el consumo de frutas, verduras y legumbres pero que incluye carne en cantidades moderadas ha sido la que ha demostrado mayores beneficios para la salud cardiovascular. La dieta rica en productos vegetales también ayuda a reducir los niveles de colesterol, la posibilidad de padecer diabetes, la obesidad y en definitiva el riesgo cardiovascular. Debe moderarse el consumo de carne, especialmente la carne roja, pero no debe eliminarse por completo, al igual que la leche y los huevos, ya que las dietas basadas únicamente en productos vegetales pueden provocar un déficit proteico y además no aportan vitamina B12 al organismo.
  5. Calcio y Vitamina D para los huesos: la alimentación juega un papel fundamental en la prevención de la osteroporosis. La vitamina D influye directamente en la absorción del calcio, por lo que si no se ingiere en cantidad suficiente no se produce la hormona calcitrol y no se absorbe bien. Se recomienda aumentar la ingesta de pescados grasos como el atún, la caballa, las sardinas y el salmón y apostar por una dieta rica en lácteos, legumbres cocidas y verduras, especialmente espinacas, acelgas y brócoli.
¡Cuidemos a nuestros mayores!



Fuente bibliográfica: revista Consejos de tu Farmacéutico. Nº181. Marzo 2015


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